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La piel y las emociones.

El rostro muestra cómo nos sentimos a través de su amplia gama de expresiones, de la misma manera que lo hacemos a través de las palabras.

Pero la ciencia moderna revela que cada vez más expresamos nuestras emociones a través del órgano más grande del cuerpo: nuestra piel.

Un libro de texto clásico en psicodermatología concluyó que ignorar la relación entre las emociones y las afecciones de la piel haría que “al menos el 40 por ciento” de los casos de dermatología no se pudieran resolver.

Pero, ¿cómo nuestras emociones se notan en nuestra piel?

Cuando nos sentimos estresados, por ejemplo, nuestras células cerebrales liberan una hormona del estrés llamada cortisol, que estimula la producción de grasa de la piel. El estrés constante significa una producción continua de grasa, lo que puede provocar brotes. Además, el cortisol está directamente implicado en la respuesta inmunitaria del cuerpo, que puede afectar las afecciones inflamatorias de la piel, desde el acné hasta la dermatitis atópica y la rosácea.

También debilita la barrera cutánea, descompone el colágeno y hace que el agua se filtre fuera de las células. Es decir, es una receta infalible para las arrugas.

Entonces, si el estrés contribuye al empeoramiento de las afecciones de la piel, ¿es posible que el pensamiento positivo pueda tener por el contrario un impacto beneficioso? Esa es la gran pregunta detrás del movimiento de gratitud, y hay evidencia que sugiere que la respuesta es sí. Centrarnos en ver el lado bueno de las cosas es un movimiento inteligente.

Sentirse relajado reduce la hipersensibilidad de nuestra piel, que calma el sistema nervioso parasimpático (nuestra respuesta de lucha o huida), disminuyendo así la reactividad de la piel al estrés ambiental y los alérgenos.

Por otro lado, la felicidad libera todas las hormonas que te hacen sentir bien, como las endorfinas, la serotonina y la oxitocina. Estas hormonas ayudan a tu cuerpo a funcionar correctamente, tu sangre circula bien y el oxígeno pasa de manera eficiente por todo el cuerpo.

Cuando tienes oxígeno y nutrientes bien distribuidos, se nota en tu piel. Desarrollas ese brillo feliz. Por eso, verse mejor realmente depende de sentirse mejor.